Sola, sin darte cuenta
antes de encontrarnos,
amor,
souzinha y triste.
Ahora,
mi corazón
ha caído sin lamentos a tu lado;
sos algo así como un flanco.
Mi flanco dorado,
en la arena amarilla
de Ipanema.
Ahora, sin penas,
es alegre todo, la maconha
de Sao Paulo, el vermouth
de la rambla.
Antes,
cómo sería antes
cuando yo no estaba
y vos, souzinha
por allí,
sin arena
dorada, sin rabia, sin alegría; eso
que fuimos encontrando,
abriendo.
No hay pasado,
amor;
no hay tristeza que nos detenga
no hay razones, ni horizontes
que justifiquen
o puedan apagarnos, o hacernos perdurar.
(F. Urondo)