viernes, 7 de noviembre de 2008

Fragata Sarmiento

Sí, cuando hacemos la salida cultura nacional la hacemos a fondo. De lo de Lezama nos fuimos a Puerto Madero, a ver qué onda el río y las construcciones modernosas. Ahí amarrada estaba la Fragata, destino de la mayoría de mis paseos domingueros de infancia. Es raro, pese a haber ido incontables veces (mi viejo es fan), nunca le había prestado demasiada atención, un poco por ir molestando con mis hermanas y otro por estar en cualquiera. Decenas de fotos apoyadas en la baranda, en el mástil o risueñas simulando manejar el timón (las tres con jean nevado y vinchas de un fluor incandescente) lo confirman.
Me sentí en Taitanic a punto de ser dibujada por Leo. Había hasta un camarote de barbero para mantener la higiene de los marinos a bordo. Y (acá me asusté porque no lo vi venir) un perrazo embalsamado dentro de una vitrina que parecía estar vivo, fiel compañero de los navegantes.
Una lástima no haber podido bajar a la sala de máquinas.

Tarde en el Museo

Estaba tan cerca y nunca lo había visitado. Es raro ir a un museo sin compañeros de colegio, maestra y compañía. Sin la promesa de que cuando todo termine nos vamos a tirar en algún parque a tomar cindor y comer sandwichitos. Una pena no haber ido antes. Muebles del siglo XVII, la habitación de San Martín en Boulogne Sur Mer, pertenencias de varios próceres, banderas de las guerras de la Independencia. Muy bien cuidado. Lástima que sólo abrieron al público dos salones (después del robo del reloj de Belgrano tomaron medidas).
Me gustó pasear por el caserón de don Lezama y recorrer lo que alguna vez fue su enorme jardín. No hubo cindor en el pasto pero sí ensaladita en Mc Donald´s.
remanidas veces
me aburro a y de mí mismo
y desearía como suspenderme
ponerme en stand-by
cryogenarme un rato
y –quién sabe– trasmigrar ese rato parentético
en una mosca con cientos de ojos
posada en (subjetivamente) rica bosta
o en una ávida virgen
segundos antes de dejar de serlo
o en un pensamiento evanescente
fugitivo
o en el sueño indecible de mi gato
risiblemente misterioso
*
y otras (las mejores) veces
me quedo tranquilo donde estoy

F.