viernes, 3 de abril de 2009

FUTURAMA

Ayer recibí un mensaje de texto de mi mamá. El primero. Lo viví como el inicio de una era. Mi mamá, que no tiene paciencia para terminar un libro, que quiere saber qué va a pasar en las películas antes de que pase, que pone cara de fastidio cuando le describo una receta elaborada y que camina tan rápido que sólo yo puedo seguirle el ritmo (porque caminamos igual), se tomó el tiempo necesario para aprender a usar el celular. Si es bueno porque estar comunicados es todo, o si es malo porque se pierde privacidad, es irrelevante. El vínculo cotidiano con tres hijas y dos nietas lo ameritaba.
Hasta hace poco nos reíamos de su negación a los celulares, de los dos o tres aparatos que mi viejo había comprado para ella en los últimos años. Ya nos habíamos dado por vencidos. Pero ayer nos cerró la boca a todos. Hasta se animó a usar abreviaturas: en lugar de "seguimos sin teléfono", escribió "seg s tel", lo cual me pareció brillante, la síntesis en su máxima expresión.