Primero querías ir a otro super más cerca. Accediste porque te diste cuenta de que si no había variedad me iba a poner nerviosa. Bufaste un poco, molestaste mucho. Me pisaste el talón con las rueditas del carro. Me hiciste una toma de karate mientras yo buscaba los postrecitos. Me dejaste hablando sola varias veces: cuando me daba vuelta para consultarte habías desaparecido. No me diste tiempo a mirar los precios, tuve que meter todo rápido en el carrito, como en Sume y lleve, el programa de Berugo. Te lamentase porque nos tocó "la caja lenta", y sólo había una persona adelante nuestro.
Nunca me divertí tanto en una compra de hipermercado.