sábado, 31 de enero de 2009

¿Vuela, abuela?

Cruzaba la 9 de Julio a la altura de Independencia, a paso cansino y algo malhumorada. Un camión que doblaba se detuvo para dejarme pasar, y antes de tocar la acera escucho (o creo escuchar) que el conductor me apura con un "vamo, abuela". Sólo éramos un señor y yo los peatones, así que me di por aludida. Sopesé la posibilidad de que hubiera dicho "vuela, vuela", o "vamo, vuela". Pero no, mi mente me aseguraba que el "vamo, abuela" era para mí, yo era una "abuela".
Revisé mi vestimenta: quizá la pollera demasiado larga, los anteojos y el corte de pelo "recto" (craso error de mi último paso por la peluquería) me daban más edad de la que efectivamente tengo. Toqué mi piel, algo seca, incipientes patas de gallo (pero no pudo haberlas visto desde el camión!).
La duda persiste, ¿fue un espejismo auditivo?, ¿me jugó una mala pasada el aire caliente de enero y la posibilidad de freír un huevo en la avenida más ancha del mundo?
Ya no podré saberlo, pero no voy a tolerar el encasillamiento, no quiero quemar etapas.