Estaba tan cerca y nunca lo había visitado. Es raro ir a un museo sin compañeros de colegio, maestra y compañía. Sin la promesa de que cuando todo termine nos vamos a tirar en algún parque a tomar cindor y comer sandwichitos. Una pena no haber ido antes. Muebles del siglo XVII, la habitación de San Martín en Boulogne Sur Mer, pertenencias de varios próceres, banderas de las guerras de la Independencia. Muy bien cuidado. Lástima que sólo abrieron al público dos salones (después del robo del reloj de Belgrano tomaron medidas).
Me gustó pasear por el caserón de don Lezama y recorrer lo que alguna vez fue su enorme jardín. No hubo cindor en el pasto pero sí ensaladita en Mc Donald´s.