viernes, 7 de noviembre de 2008

Fragata Sarmiento

Sí, cuando hacemos la salida cultura nacional la hacemos a fondo. De lo de Lezama nos fuimos a Puerto Madero, a ver qué onda el río y las construcciones modernosas. Ahí amarrada estaba la Fragata, destino de la mayoría de mis paseos domingueros de infancia. Es raro, pese a haber ido incontables veces (mi viejo es fan), nunca le había prestado demasiada atención, un poco por ir molestando con mis hermanas y otro por estar en cualquiera. Decenas de fotos apoyadas en la baranda, en el mástil o risueñas simulando manejar el timón (las tres con jean nevado y vinchas de un fluor incandescente) lo confirman.
Me sentí en Taitanic a punto de ser dibujada por Leo. Había hasta un camarote de barbero para mantener la higiene de los marinos a bordo. Y (acá me asusté porque no lo vi venir) un perrazo embalsamado dentro de una vitrina que parecía estar vivo, fiel compañero de los navegantes.
Una lástima no haber podido bajar a la sala de máquinas.